Cuento: "Juego del Farol" , para el tiempo de San Martín/el Farol


“Juego del Farol”
Había una vez una niña que llevaba su brillante farolillo por las calles llena de alegría.
(Yo voy ….)

Entonces llegó el viento
Silbando y zumbando
y la lucecita apagando

oh! exclamó la niña ¿quién encenderá mi farol?. Pero por mucho que busco, nadie apareció.
Llega un erizo.
¿Qué es lo que se mueve en el follaje?
¿Qué es lo que anda a pasitos cortos y rápidos?
¿Qué es lo que se desliza tan deprisa?

¡Es un amiguito con pinchos!
“Querido erizo mio” exclamó la niña. “El viento apagó mi farol, ¿Quién puede encendérmelo de nuevo?

“No te puedo contestar,
tienes otros a quienes preguntar
no me puedo parar
donde mis hijos tengo que estar”

(La niña sigue su camino. Llega un oso.)
¿Que es lo que tanto gruñe?
Es el amigo oso!

“Querido oso mio. El viento apagó mi farol. ¿No sabes de alguien que pueda encendérmelo?
El oso mueve su gordinflona cabeza y dice:
“No te puedo contestar,
tienes otros a quienes preguntar
no me puedo parar
tengo que ir a descansar”.

(Llega un zorro)

“¿Qué es lo que se mueve tan suave?
¿Qués lo que se desliza por la hierba?”

Es un listo y astuto zorro.
Husmea con su nariz
y dice a la niña:

“De aquí te tienes que marchar
a tu casa tienes que llegar.
Quiero deslizarme y observar
pronto a un ratón quiero cazar”

Entonces la niña se sentó en una piedra y llorando dijo:
¿nadie me quiere ayudar?

Las estrellas la oyeron y dijeron:
Al Sol debes preguntar. El te puede contestar.

La niña recobró su ánimo y siguió adelante.
Finalmente llego a una casuca. Dentro vió a una anciana que estaba hilando en una rueca. La niña abrió la puerta y dijo:
¿Sabes el camino hacia el Sol?, ¿quieres venir conmigo?

“Tengo que ser diligente y trabajar
Hilos finos tengo que hilar
pero descansa un poco a mi lado
pues te espera un camino largo y cansado”.

La niña entró y se sentó.

Cuando la niña hubo descansado, cogió su farol y siguió su camino.

Y caminando llegó a su casita. Dentro se encontraba el anciano zapatero arreglando zapatos.

“Buenos días, querido zapatero. ¿Conoces tu el camino que lleva al sol? ¿Quieres venir conmigo?

Y el zapatero le dijo:
“Muchos zapatos hay que arreglar
no hay mucho tiempo para reposar.
Pero descansa un poco a mi lado
pues te espera un camino largo y cansado”

Cuando la niña hubo descansado, cogió su farol y siguió adelante.
Finalmente, en la lejanía, vió un monte muy alto.
Y pensó: “Allí arriba vivirá el Sol” y corrio ligera como un corzo.
Se le acercó un niñito que estaba jugando con una pelota.
“Vente conmigo” exclamo la niña “Vamos al Sol”. Sin embargo el niño prefirió seguir jugando y saltando con su pelota en la pradera.

Entonces la niña siguió sola su camino, subiendo más y más por la montaña.
Pero allí arriba tampoco encontró al Sol, y pensando se dijo “Aquí me quedo esperando al Sol”. Y se sentó en el suelo a esperarlo. Como estaba muy cansada de tanto andar se le cerraron los ojos quedándose dormida.

Sin embargo el Sol había visto a la niña desde hacía tiempo, y cuando llegó el atardecer se inclinó y le encendió el farol.

Entonces la niña se despertó y exclamó “Oh!” , mi farol brilla de nuevo”. Y levantándose se puso alegremente en camino.

De nuevo encontró al niño y éste le dijo: “He perdido mi pelota y no la puedo encontrar”.  “Yo te voy a iluminar”, le dijo la niña.
“Aquí está” gritó el niño. Y se alejó cantando y saltando.

La niña siguió su camino y llegó a la casa del zapatero. El zapatero estaba triste en su cuartito. “Se”  apagó la lumbre” dijo, “mis manos se quedaran tiesas de frío, no puedo seguir arreglando zapatos”.
“Yo te encenderé de nuevo la lumbre dijo la niña.
El zapatero se calentó sus manos y siguió diligente martilleando y cosiendo.
Lentamente prosiguió la niña su camino a través del bosque, llegando a la casita de la anciana. En su cuartito no había luz. “Mi luz se apagó” dijo la anciana. “Desde hace tiempo no puedo seguir hilando”.
“Yo te enciendo una luz nueva” dijo la niña alegremente.
Entonces la anciana cogió de nuevo su rueca y siguió hilando hilos finos.
Por fin la niña llegó al campo y todos los animales se despertaron del resplandor.

El zorrillo husmeó y miró a la luz. El oso gruñó y gruñó acurrucándose aún más en su cueva de invierno. El erizo se acercó lleno de curiosidad: “¡Que luciérnaga tan grande hay aquí!”.
La niña se fué alegremente a casa cantando:

YO VOY CON MI FAROLILLO ….

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